La disfunción eréctil es la incapacidad persistente (durante al menos tres meses) para lograr o mantener una erección firme y duradera que posibilite el desarrollo del acto sexual, ya sea
por problemas corporales (orgánica) o del estado de ánimo (psicogénica).
La disfunción eréctil es una condición común a partir de los 50 años. Su diagnóstico demanda la dificultad para tener o sostener una erección e incluso la disminución del deseo sexual.
Aparte de la edad, los principales factores de riesgo para su aparición son: la hipertensión arterial y la diabetes; enfermedades de los vasos sanguíneos, la próstata, el hígado o el riñón; obesidad y colesterol alto, así como tabaquismo y vida sedentaria. Estas condiciones desequilibran algunos de los procesos nerviosos y circulatorios que permiten el levantamiento de tu miembro.
De acuerdo al nivel de afectación, la disfunción eréctil se clasifica en trastornos para la iniciación del estímulo sexual (psicógena/neurogénica) y para su transmisión desde el sistema nervioso central hasta el órgano blanco (neurogénica); además de trastornos que disminuyen la llegada de sangre a los cuerpos cavernosos del pene (arteriogénica) o que facilitan su salida e impiden su llenado (venooclusiva). De forma más rara, existe una variedad psicogénica en la que trastornos psiquiátricos o del estado de ánimo provocan esta alteración.
¿Por qué ocurre?
Debido a que las erecciones normales son un evento neurovascular, es decir, que principalmente amerita un control neurológico y la integridad de la circulación sanguínea, cualquier alteración que afecte este balance se manifiesta como disfunción eréctil.
La excitación sexual en el hombre es un proceso complejo que involucra al cerebro, la secreción de hormonas y las emociones, además del buen funcionamiento de los nervios periféricos, los músculos y los vasos sanguíneos. Es por ello que la disfunción eréctil resulta de la alteración en alguno de estos factores. La depresión, la ansiedad, los problemas de autoestima o estrés también la provocan o empeoran.
Entre las causas más frecuentes de disfunción eréctil, por alteraciones en la circulación, destacan las enfermedades cardiacas, los vasos sanguíneos
obstruidos (ateroesclerosis) y la presión arterial alta. La actividad de tus nervios puede verse afectada por patologías como la diabetes, enfermedades
neurodegenerativas e incluso cirugías o lesiones que afecten la médula espinal y la zona pélvica.
Algunas sustancias como la marihuana, el alcohol o drogas que provocan sueño (narcóticos), así como los antihistamínicos para las alergias o los
síntomas gripales, pueden inducirte disfunción eréctil de manera temporal. Lo mismo los medicamentos psiquiátricos -como los antidepresivos tricíclicos y opiáceos- o con efecto sobre las hormonas masculinas- estrógenos, espirinolactona y ketoconazol.
¿Cuáles son los tratamientos?
Si de vez en cuando tienes problemas de erección no hay de qué preocuparse, pero si la disfunción es un evento continuo puedes desarrollar estrés y acentuarla. Aunado a lo anterior, es importante saber que a veces es un signo de alguna enfermedad no diagnosticada que amerita atención médica.
El abordaje para la disfunción eréctil demanda dos planes: el primero trata los factores de riesgo y las enfermedades de base que provocan la alteración; mientras que el segundo minimiza la impotencia con medidas específicas dirigidas a los síntomas de tu miembro. En este caso se
inicia una terapéutica mediante tres líneas de acción progresiva.
Primero se utilizan medicamentos orales como hormonas masculinas e inhibidores de la fosfodiesterasa 5 (sildenafil, vardenafil o tadalafil). Estos
últimos relajan los músculos de tu pene y aumentan el flujo sanguíneo para facilitar su levantamiento. Conviene aclarar que de ninguna manera son
agentes afrodisiacos, es decir, no provocan excitación psicológica (esa parte ha de manejarse con especialistas en salud mental).
Si no respondes a lo anterior, pueden inyectarte fármacos vasodilatadores al costado del pene (alprostadil, bimix o timix), específicamente en los cuerpos cavernosos que acumulan sangre. Cada aplicación, realizada con una aguja fina, genera una erección por no más de una hora. Otra alternativa es la bombas peniana: un tubo hueco que crean un vacío para aumentar el flujo sanguíneo hacia tu miembro.
Aunque los abordajes señalados tienen un alto porcentaje de éxito, existe otra opción más moderna y efectiva que ha sido aprobada por la Asociación Europea de Urología desde el año 2015: la terapia de ondas acústicas. Este tratamiento ambulatorio, indoloro y mínimamente invasivo consiste en la aplicación de ondas acústicas de baja intensidad en la zona del pene; esto estimula la generación de los vasos sanguíneos sin necesidad de sedación o anestesia. Mejora las erecciones en el 80% de los casos y permite que te integres a tu vida normal después de cada sesión. Consulta urólogos en Estado de México o urólogos en GDL de Clínicas del hombre.
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